Hampa sin control en la ciudad de México
--Su gran fracaso fue la seguridad de los capitalinos
--Sus políticas populistas no arrojan resulados positivos
Por José Víctor Rodríguez Nájera
Ciudad de México.- Con más de 40 años en las filas policiacas, el comandante Jesús Terrón Serrano reconoce que el hampa organizada ha ganado terreno en la capital del país, debido a que las corporaciones no tienen el armamento necesario para hacer frente a esa problemática. Y todo, por la negligencia que mostró Andrés Manuel López Obrador cuando era Jefe de Gobierno.
Quien es considerado como "una de las glorias" en las policías judicial y preventiva --toda vez que tiene en su haber más de 38 casos de secuestros resueltos y 3 mil 600 órdenes de aprehensión cumplimentadas--, señala que esta situación conlleva a una depuración a fondo en dichas instituciones.
"Hay muchos policías malos, que le pegan al peligro, y son quienes denigran a las instituciones encargadas de brindar seguridad a los ciudadanos, por lo cual deben ser expulsados de las mismas", subrayó en entrevista exclusiva.
El actual Coordinador de Seguridad Pública en la Delegación Iztacalco, manifiesta en tono molesto que "los malos elementos de las policias, surgen principalmente porque son solapados por sus jefes inmediatos y porque los titulares de las corporaciones, son políticos habilitados para ocupar un cargo".
Tal es el caso de Marcelo Ebrard Casaubón, quien desempeñó un pésimo papel cuando estuvo al frente de la Secretaría de Seguridad Pública del Distrito Federal (SSP-DF).
Otra situación es la del actual titular de la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal (PGJDF), Bernardo Bátiz Vázquez, quien ha demostrado que no tiene el carácter suficiente para ostentar ese cargo.
"Es un buen hombre, decente, culto, pero nada más, en pocas palabras, su carisma lo dice todo" agregó el que fuera director de reguardo en la Asamblea Legislativa del Distrito Federal, durante la pasada administración local.
Catastrófico, el "peje" Gobierno
Este hombre de 70 años, tez morena, mirada penetrante, voz firme y complexión robusta, opina que el desempeño de Andrés Manuel López Obrador como jefe de Gobierno del Distrito Federal fue catastrófico.
Esto, dice Terrón, porque al desertar a la responsabilidad pública de gobierno, dejó a la capital de la República Mexicana como la urbe de la inseguridad, el ambulantaje y el desempleo.
Destaca que datos de la propia Asamblea Legislativa muestran un panorama desolador de al menos 500 delitos diarios del fuero común, una deuda interna irresponsable de 44 mil millones de pesos, un desempleo apabullante y un sistema de transporte público desordenado y caótico.
En poco más de cuatro años, el desempleo en la Ciudad de México se duplicó, al pasar de 2.8 por ciento a un deprimente 5.8 por ciento; el abasto de agua potable es otro de los temas pendientes en la agenda de promesas del político tabasqueño y como prueba están las graves carencias del vital líquido en las delegaciones de Iztapalapa, Venustiano Carranza, Iztacalco y Gustavo A. Madero.
El transporte público es una lamentable combinación de ineficiencia e inseguridad; las vialidades son un desastre, no sólo por el estado de la carpeta asfáltica sino por el desorden vial que obliga a los capitalinos a utilizar hasta cuatro horas al día para transportarse de sus hogares a sus centros de trabajo y viceversa.
La red hidráulica, el alumbrado público, el drenaje y la infraestructura urbana, en general es prácticamente inservible porque no ha sido modernizada; el desabasto de equipo material y humano en clínicas y hospitales es un factor de angustia adicional, que se suma a los pesares de los capitalinos.
El abrumador aumento del ambulantaje y del narcomenudeo; el tránsito irregular de vehículos, con un creciente número de taxis y microbuses piratas; y la movilización de poderosas mafias que lucran política y electoralmente con la vivienda popular.
"Todo eso sin contar la irresponsable y constante opacidad con la que manejó las finanzas, procesos de licitación y decisiones de gobierno en general; así como los emblemáticos casos de corrupción que protagonizaron algunos de sus más cercanos colaboradores, proclives al juego y las apuestas y adictos a las ligas y los dólares", comenta el entrevistado.
Sin embargo, el gran fracaso que tuvo Andrés Manuel frente al GDF, fue la inseguridad. Y por ello, la Ciudad de México es la ciudad del miedo, asolada por el crimen, los secuestros, asaltos, asesinatos en serie de ancianos, robo de autos con violencia, violaciones diarias a mujeres y hasta linchamientos.
Como gobernante, el combate a la delincuencia nunca fue su prioridad, no hubo decisiones ni recursos suficientes para abatir los delitos y garantizar la integridad física y patrimonial de los capitalinos.
Una y otra vez, en lugar de ofrecer acciones inmediatas y eficaces a los reclamos ciudadanos, respondió con indolencia y altanería. La marcha del silencio del 2004 y los spots de televisión que recientemente ha difundido la asociación México Unido Contra la Delincuencia, mostraron claramente la irritación de la sociedad, pero también el tamaño de la intolerancia del jefe de Gobierno.
Seguramente consiguió nuevos y entusiastas simpatizantes a su causa con los desafortunados reclamos lanzados a las víctimas del crimen, a quienes acusó de intrigantes, participantes de una conspiración política en su contra. De ese tamaño es su soberbia, cinismo e irresponsabilidad.
Una vez fuera del gobierno del Distrito Federal, el hombre de Tabasco persistirá en la táctica del engaño y la desorientación de ilusos, que confían en los índices de popularidad en lugar de medir los resultados. Eso es justamente lo que pretende para seguir utilizando los pretextos del compló, para justificar su incapacidad e ineptitud.
Así es como López Obrador aspira a la máxima magistratura de la nación, evadiendo los grandes rezagos en materia de seguridad pública, política ambiental, vialidad, deuda interna, transparencia, impartición de justicia, corrupción, creación de empleos y el abastecimiento de agua potable.
No tiene cartas de presentación pero insiste en sus aspiraciones políticas porque su insaciable sed de poder es más fuerte que la sensatez y responsabilidad que los mexicanos exigen de sus gobernantes.
Al estilo tradicional que el partido tricolor y sus militantes utilizaron por décadas, López Obrador ha construido desde el poder su candidatura presidencial y ha usado, sin empacho ni pudor alguno, los dineros de la capital de la República para promocionar su imagen y hasta presentar su propuesta de gobierno.
Ahora que López Obrador se lanza en pos de un supuesto proyecto alternativo de Nación es necesario que los mexicanos recuerden los desastrosos efectos que en contra del desarrollo nacional han provocado el populismo irresponsable, el clientelismo político y la ambición desmedida.
Es necesario apreciar, con justicia y objetividad, los valores de la democracia, la responsabilidad y la honestidad. México no requiere de nuevos caudillos, sino de hombres y mujeres comprometidos con la verdad, el crecimiento y el bienestar de la sociedad.
México requiere de acuerdos, no de imposiciones; de responsabilidad, no de ocurrencias; de respeto a la ley, no de transgresiones convenencieras; de participación decidida, no más indiferencia; de equilibrios de poder, no de abusos autoritarios; de diálogos y acuerdos, no más caprichos ni intolerancia; de respeto a las instituciones, no de sometimientos dictatoriales.
Recuperar la esperanza en "la ciudad del miedo" es el primer paso para reconquistar a México para los mexicanos, concluye.
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